Texto utilizado:
Ovide, Les Metamorphoses
Texte etablit et traduit par G. Lafaye, Paris
Belles Lettres, 1995
Libro X 467-500
'Plena patris thalamis excedit et inpia diro
semina fert utero conceptaque crimina portat. 470
postera nox facinus geminat, nec finis in illa est,
cum tandem Cinyras, avidus cognoscere amantem
post tot concubitus, inlato lumine vidit
et scelus et natam verbisque dolore retentis
pendenti nitidum vagina deripit ensem; 475
Myrrha fugit: tenebrisque et caecae munere noctis
intercepta neci est latosque vagata per agros
palmiferos Arabas Panchaeaque rura relinquit
perque novem erravit redeuntis cornua lunae,
cum tandem terra requievit fessa Sabaea; 480
vixque uteri portabat onus. tum nescia voti
atque inter mortisque metus et taedia vitae
est tales conplexa preces: "o siqua patetis
numina confessis, merui nec triste recuso
supplicium, sed ne violem vivosque superstes 485
mortuaque exstinctos, ambobus pellite regnis
mutataeque mihi vitamque necemque negate!"
numen confessis aliquod patet: ultima certe
vota suos habuere deos. nam crura loquentis
terra supervenit, ruptosque obliqua per ungues 490
porrigitur radix, longi firmamina trunci,
ossaque robur agunt, mediaque manente medulla
sanguis it in sucos, in magnos bracchia ramos,
in parvos digiti, duratur cortice pellis.
iamque gravem crescens uterum perstrinxerat arbor 495
pectoraque obruerat collumque operire parabat:
non tulit illa moram venientique obvia ligno
subsedit mersitque suos in cortice vultus.
quae quamquam amisit veteres cum corpore sensus,
flet tamen, et tepidae manant ex arbore guttae. 500
[470] Llena del padre sale de la habitación y lleva en el funesto vientre impía semilla y porta el crimen concebido. La noche siguiente, repte el crimen y no hay límite en ella, finalmente, cuando Cyniras, ávido de conocer a su amante, luego de haberse acostado tantas veces, llevando una luz vio su crimen y a su hija y con palabras retenidas por el dolor, [475] sacó su brillante espada de la vaina que pendía.
Mirra huye y es sustraída a la muerte por las tinieblas y el don de la negra noche; y tras errar por los anchos campos abandonó la Arabia de palmeras y los territorios Panqueos y anduvo errando por nueve lunas; hasta que finalmente, agotada, descansó [480] en la tierra Sabea y ya apenas (podía) llevar el peso de su vientre. Entonces, sin saber y entre el miedo a la muerte y el hastío de la vida, expresó las siguientes suplicas: “Oh divinidades, si alguna de vosotras sois accesibles a los que confiesan (su pecado), he merecido y no rechazo el triste suplicio; [485] pero, para no deshonrar, sobreviviendo, a los vivos y muriendo, a los muertos, alejadme de ambos reinos y una vez transformada negadme la vida y la muerte.”
La divinidad accede a los que reconocen algo; ciertamente, su último deseo cumplieron sus propios dioses, pues la tierras se volvió encima de las piernas [490] de la que hablaba y una raíz, soporte de su largo tronco se extiende, oblicua a través de las uñas quebradas y los huesos sacan fuerzas y poniendo la médula en la medio, la sangre pasa a la savia; los brazos (pasan a ser) ramas, la piel se convierte en corteza y [495] ya el árbol, al crecer había irritado al grávido vientre y cubierto su pecho y se preparaba a cubrir el cuello: aquella no soportó más la demora y bajo saliendo al encuentro de la madera que venía y sumergió su rostro en la corteza y aunque perdió con el cuerpo sus antiguos sentidos, [500] sin embargo, llora y manan del árbol tibias gotas. También hay honor en sus lágrimas y la mirra destilada del árbol tiene el nombre de su dueña y no será silenciada/callada en ningún tiempo.