Atque ego satis mirari non possum, quid ita dicendi cupidi seligant oratorem, cuius imitentur eloquentiam; mensurarum et numerorum modum rimantes, placitae disciplinae consectentur magistrum; vocis et cantus modulatorem, nec minus corporis gesticulatorem, scrupulosissime requirant saltationis ac musicae rationis studiosi; iam qui aedificare velint, fabros et architectos advocent; qui navigia mari concredere, gubernandi peritos; qui bella moliri, armorum et militiae gnaros; et ne singula persequar, ei studio, quod quis agere velit, consultissimum rectorem adhibeat; denique animi sibi quisque formatorem praeceptoremque virtutis e coetu sapientum arcessat: sola res rustica, quae sine dubitatione proxima et quasi consanguinea sapientiae est, tam discentibus egeat quam magistris.
Y yo no puedo dejar de admirarme bastante del hecho de que los deseosos de hablar bien escojan un orador del que imitar la elocuencia, y los que examinan las medidas y dimensiones siguen a un maestro de la disciplina deseada, y los que se afanan con el estudio del baile o la música buscan escrupulosamente a un experto modulador de la voz y el canto, así como a un gesticulador del cuerpo y quienes quieren edificar llaman a obreros y arquitectos, quienes confían sus barcos al mar, llaman a los expertos en navegación, quienes traman guerras llaman a los conocedores de armas y soldados y, para no seguir uno a uno con los ejemplos, para este estudio, de modo que cada uno recurre al guía más experto para lo que quiere hacer; en fin, cada uno hace venir al formador de su alma y educador de su virtud, de entre el grupo de los sabios; la labranza, sola, la cual sin duda está cerca y es casi hermana de la sabiduría, carece tanto de discípulos como de maestros.
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