Foto: Árbol de incienso,
Jardin Botanico de la Ciudad de Buenos Aires
[63] El incienso, tras ser recolectado es transportado en camellos hacia Sabota; con una sola puerta abierta para éste. Los reyes la hicieron salir de ahí por una vía importante. Allí los sacerdotes toman por medida, no por peso, una décima parte para el dios, al que llaman Sabi, y no es lícito comerciar con él antes. Por ello, los costos públicos son solventados; pues también la divinidad satisface a los extranjeros un cierto número de días. El incienso no puede ser transportado sino a través de Gebante y por esta razón el tributo es pagado al rey de estos.
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