[92] exstat hodie M. Ciceroni in illa paupertate et (quod magis mirum est) illo aevo empta HS D. memoratur et Galli Asini HS | X|. venumdata sunt et duae ab Iuba rege pendentes, quarum alteri pretium fuit HS |XII|, alteri paulo minus. interiit nuper incendio a Cethegis descendens, HS |XIII| permutata, latifundii taxatione, si quis praedia tanti mercari malit.
[93] magnitudo amplissimis adhuc fuit uni commissae ex orbibus dimidiatis duobus a rege Mauretaniae Ptolemaeo quattuor pedes et semipedem per medium ambitum, crassitudine quadrantali — maiusque miraculum in ea est artis latente iunctura quam potuisset esse naturae —, solidae autem a Nomio Caesaris liberto cognomen trahenti tribus sicilicis infra quattuor pedes totidemque infra pedem crassitudinis.
[92] Existe hasta el día de hoy, una mesa que perteneció a m. Cicerón y que con aquella, en tiempos de pobreza (lo cual es más admirable), comprada ese año por un millón de sestercios y se recuerda otra en tiempos de Gallo Asino, por un millón, cien mil sestersios. También se vendieron dos tablas pagadas por el rey de Juba, de las cuales, una tenía un precio de un millón doscientos mil sestercios y la otra poco menos. Desapareció recientemente, debido a un incendio, una perteneciente a los Cetegos, adquirida por un millón cuatrocientos mil sestercios, estimada como si fuera un gran latifundio, si alguien fuera capaz de dar tanto dinero por unos bienes raíces.
[93] El tamaño más grande que ha existido hasta ahora fue el de una que perteneció a Ptolomeo, Rey de Mauritania, hecha de círculos partidos y unidos por el medio, de un diámetro de cuatro pies y medio y de un cuarto de pie de grosor – el mayor milagro es la unión carente del arte, lo cual es más asombroso por ser una obra de la naturaleza –, sin embargo, hay otra de madera entera y que toma su nombre de Nomio, liberto de Cesar, quien la transportó con tres kilos de peso, menos de cuatro pies de ancho y menos de un pie de espesor.