sábado, 16 de abril de 2011
No desearás a tu padre (III)
Texto utilizado:
Ovide, Les Metamorphoses
Texte etablit et traduit par G. Lafaye, Paris
Belles Lettres, 1995
Libro X 343-367
ut praesens spectem Cinyran tangamque loquarque
osculaque admoveam, si nil conceditur ultra.
ultra autem spectare aliquid potes, inpia virgo? 345
et quot confundas et iura et nomina, sentis?
tune eris et matris paelex et adultera patris?
tune soror nati genetrixque vocabere fratris?
nec metues atro crinitas angue sorores,
quas facibus saevis oculos atque ora petentes 350
noxia corda vident? at tu, dum corpore non es
passa nefas, animo ne concipe neve potentis
concubitu vetito naturae pollue foedus!
velle puta: res ipsa vetat; pius ille memorque est
moris—et o vellem similis furor esset in illo!" 355
'Dixerat, at Cinyras, quem copia digna procorum,
quid faciat, dubitare facit, scitatur ab ipsa,
nominibus dictis, cuius velit esse mariti;
illa silet primo patriisque in vultibus haerens
aestuat et tepido suffundit lumina rore. 360
virginei Cinyras haec credens esse timoris,
flere vetat siccatque genas atque oscula iungit;
Myrrha datis nimium gaudet consultaque, qualem
optet habere virum, "similem tibi" dixit; at ille
non intellectam vocem conlaudat et "esto 365
tam pia semper" ait. pietatis nomine dicto
demisit vultus sceleris sibi conscia virgo.
Un mal amor retiene a la que vaga de aquí para allá para contemplar en persona a Cyniras y tocarlo y hablarle y darle besos, si ninguna otra cosa es concedida.
[345] Pero, impía virgen, ¿puedes esperar algo más allá y no te das cuenta cuántas leyes y nombres mezclas? ¿Acaso vas a ser concubina con tu madre y adúltera con tu padre? ¿Acaso serás llamada hermana de tu hijo y madre de tu hermano? Y no temerás a las hermanas de largas cabelleras de negras serpientes, [350] a las que ven los corazones culpables buscando con crueles antorchas los ojos y las bocas? En cambio, tú, mientras no toleres la impiedad con tu cuerpo, ¡no concibas en tu ánimo y no profanes con unión prohibida el ley de la poderosa naturaleza! Supón que quieras, la misma cosa te lo prohíbe; él mismo es piadoso y se acuerda de las costumbres [355] y yo, ¡Oh! ¡Quisiera que hubiera similar furor con él!
Dijo (Myrra) pero Cyniras, a quien la abundancia de pretendientes dignos hace dudar sobre qué hacer, le pregunta a ella misma, tras decir los nombres, a cuál de los pretendientes quiere como marido. Ella, al principio, calla y fijando los ojos en el rostro de su padre [360] arde de pasión y baña sus ojos con tibio rocío. Cyniras, creyendo que estas cosas son propias del temor de una doncella, le prohíbe llorar y seca sus mejillas y las llena de besos. Myrra se alegra en exceso con los besos dados y siendo interrogada sobre a quién desea tener como marido, dijo: “similar a ti”; pero él colma de elogios [365] las palabras no comprendidas y dice: “sé siempre una amante filial tan devota.” Tras pronunciar el nombre “filial”, la doncella, conocedora de su crimen, bajó su rostro.
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