[3] Haec fuere numinum templa, priscoque ritu simplicia rura etiam nunc deo praecellentem arborem dicant. nec magis auro fulgentia atque ebore simulacra quam lucos et in iis silentia ipsa adoramus. arborum genera numinibus suis dicata perpetuo servantur, ut Iovi aesculus, Apollini laurus, Minervae olea, Veneri myrtus, Herculi populus. quin et Silvanos Faunosque et dearum genera silvis ac sua numina tamquam e caelo attributa credimus.
[3] Estos fueron los templos de las divinidades y todavía hoy los simples campesinos según el antiguo rito dedican a un dios un árbol que sobresale y no adoramos más a las estatuas que brillan de oro y marfil que a los bosques y los silencios entre los bosques. Se conservan clases de árboles dedicados a sus númenes, como Júpiter el roble, el laurel a Apolo, el mirto a Venus, el álamo para Hércules. Es más, ofrecemos a los Faunos y a los Silvanos varias clases de diosas de las selvas, las que atribuimos a sus númenes, así desde el cielo.
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