Foto: Árbol de incienso,
Jardin Botanico de la Ciudad de Buenos Aires
[59] Los bosques son cortados en ciertas dimensiones con total desinterés mutuo: nadie cuidas los árboles dañados, nadie roba a nadie. Pero, por Hércules, en Alejandria, donde se falsifica el incienso, ninguna diligencia cuida los talleres. Las ataduras se ciñen bien al artesano. La máscara se adhiere a la cabeza o a la redecilla apretada y los desnudos se salen: tanto menos de confianza hay entre nosotros; el castigo para aquellos (Árabes) tienen los bosques.
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